Voy a Pellizcarte el Culo y Agarrar Tus Tetas, y Tú No Puedes Hablar de Ello: Los Monólogos de BuSSy en Egipto,

 

Vivo en El Cairo, donde constantemente me advierten sobre el peligro de compartir historias sobre la horrible realidad de mi trabajo con mujeres egipcias que son acosadas, violadas, abusadas y objetivizadas.

Hay sexo prematrimonial sin protección, y la razón por la que es sin protección es porque la sociedad prohíbe cualquier intento de concientizar sobre las consecuencias, por miedo a que esto se toma como un signo de aprobación de un acto “pecaminoso”.

No puedes hablar de problemas sexuales con tu esposo. No puedes hablar sobre cómo tu jefe te acosa. No puedes hablar sobre cómo el conductor del taxi te agarró el culo. Y no puedes hablar sobre querer tener sexo porque a los ojos de la sociedad, eres una prostituta. Pero un hombre puede fanfarronear sobre sus aventuras sexuales en público noche y día.

A veces parece que la sociedad egipcia sabe lo que pasa con las mujeres aquí, pero ha decidido colectivamente – y silenciosamente – no hablar de ello. O hablar de ello y minimizarlo, para que parezca un asunto trivial que es secundario respecto de la larga lista de prioridades “reales”.

Algo similar sucedió los primeros días después de la revolución en Egipto. La gente salió a las calles el 25 de enero de 2011, y de nuevo el 28, y se quedó en la Plaza Tahrir durante 18 días reclamando la caída del régimen.

Cuando el régimen finalmente cayó, diferentes grupos salieron a la calle por diferentes motivos. Pero cuando un grupo de mujeres marchó en el Día Internacional de la Mujer en 2011 para recordarle a la gente que la constitución egipcia todavía no garantiza los derechos de la mujer, se rieron de ellas y las mandaron a sus casas.

“Tenemos que construir una revolución y un país ahora, no es momento para asuntos secundarios. Tenemos que mantenernos unidos, y su causa no es una causa colectiva”.

Aunque tengo mis reservas sobre el discurso de las organizaciones feministas egipcias, quedé horrorizada por lo que les pasó durante esa marcha. No sólo se rieron de ellas, sino que los hombres de la plaza Tahrir las acosaron y las agredieron sexualmente.

El pasado abril fui parte de un panel de discusión en “Arte en Egipto”, un periodista se levantó y me preguntó si tenía intenciones de participar de nuevo en demostraciones artísticas que reflejaran las prioridades colectivas – como esas que dirigí en el 2011 sobre las historias de la revolución – “en vez de en asuntos que no necesariamente le importan a la audiencia general”.

Con eso se refería a las historias de mujeres.

Debido a prejuicios de larga data como estos es que establecí en 2006 el “Proyecto BuSSy“, también conocido como “Los Monólogos de BuSSy”. Ofrecemos a las mujeres egipcias un espacio en escena gratuito, abierto y sin censura donde pueden compartir historias sobre sus vidas cotidianas. Inicialmente empezamos en la Universidad Americana de El Cairo (AUC).

Un espectáculo de historias verdaderas se produce a partir de una serie de talleres y entrevistas con mujeres. A veces las mujeres comparten sus propias historias y otras veces comparten historias de otras mujeres que prefieren mantenerse en el anonimato.

Durante los últimos ocho años del proyecto he sido testigo de miles de historias que exponen la sociedad patriarcal de dos caras en la que vivo. Las mujeres se han subido al escenario para compartir historias del brutal acoso verbal y físico que sufren en las calles y puertas adentro. Otras hablan sobre el trato condescendiente que reciben en sus trabajos de jefes hombres que usan palabras como “bebé”, “corazón”, y las llaman injustificadamente en medio de la noche para preguntarles “¿Qué traes puesto?”.

Las mujeres han compartido con gran coraje testimonios sobre Mutilación de los Genitales Femeninos, y han hablado sobre los estándares de belleza irreales que las fuerzan a largas horas en la “cámara de tortura”, un término usado por una de las mujeres para referirse al salón de belleza. Han hablado acerca del tema siempre en auge de los “matrimonios arreglados”, contando historias sobre cómo han sido forzadas o presionadas por familiares o amigos a ser exhibidas como productos ante potenciales novios.

En árabe, “BuSSy” significa “mirar”. Los que hablan inglés podrán darse cuenta de que también es un juego de palabras, entre “BuSSy” y “pussy” (que significa “coño” en inglés), lo que ha traído algunos problemas al proyecto.

“El dueño del local dijo que no pueden actuar aquí porque el nombre del espectáculo es inapropiado” me dijo una vez un coordinador de un teatro.

Porque no quiero que se hable mal del proyecto o que se genere una reputación que no tiene nada que ver con su contenido real, he tratado de desviar la atención de la gente escribiendo el nombre en letras árabes. Esto tampoco ha funcionado.

La sola idea de que estas son historias reales de mujeres reales levanta cejas y genera sonrisitas de complacencia.

En el 2010 hemos decidido expandir el proyecto para incorporar historias de hombres, y operar por fuera de la AUC, pero pronto recibimos el cachetazo de la triste realidad de la “libertad de expresión” en Egipto. Sí, los guiones tienen historias que tocan asuntos sensibles, incluso tabúes, pero no hay ni una palabra que pueda señalarse como ilegal o sediciosa.

Ya estábamos autocensurándonos lo suficiente. Pero sin embargo, muchos locales nos rechazaron. “El Sakia” (uno de los centros culturales más reconocidos de El Cairo) nos pidió un permiso de censura, y luego nos rechazó cuando le dimos uno. Unas semanas más tarde el coordinador de espectáculos teatrales de El Cairo nos dijo que el director de El Sakia tenía varias objeciones contra nuestro guión, y que el nombre le parecía inapropiado.

Enviar los guiones al Organismo de Censura en las Artes fue otra experiencia, una oficina de gobierno anticuada, burocrática y para nada funcional con empleados que no tienen experiencia alguna en Arte, y que enviaron reportes al Departamento de Seguridad del Ministerio del Interior. Pero fueron lo suficientemente competentes como para censurar la frase “quiero dormir con una chica”, reduciéndola a una oración sin sentido como “quiero”.

Al final nos presentamos en el café de la Casa de Ópera de El Cairo, armando nosotros mismos un escenario con un reducido presupuesto quitado de nuestro salario. Fue el único lugar que pudimos encontrar.

Al día siguiente, luego de nuestra primera presentación, nos informaron que algunos miembros del Organismo de Censura en las Artes, la Policía de Turismo, Seguridad del Estado y la Policía de Conducta (un departamento de policía egipcia que lidia básicamente con la prostitución y con parejas que se besan en público) habían venido al teatro y querían detener el espectáculo.

“¿Y si no paramos?” le pregunté a la persona que nos había ofrecido el espacio.

“No quieres saberlo”, me dijo.

Como resultado tuvimos que disfrazar la mitad del guión porque no queríamos causar problemas a la única persona que nos había dado su apoyo.

A pesar de esta larga secuencia de decepciones, mucha gente se fue sintiéndose mucho más fuerte y con coraje gracias a los Monólogos de BuSSy. Ahora somos más aceptados y tenemos un pequeño círculo de gente que nos apoya, a quien nos gusta llamar nuestra familia. Ya no nos autocensuramos y nos negamos a tratar con cualquier teatro que requiera un permiso de censura o que nos pida leer los guiones para realizar cortes.

Es increíble ver como tanto hombres y mujeres de una sociedad machista comparten historias similares de inseguridad, que contradicen el estereotipo de que todas las mujeres son víctimas y todos los hombres son opresores. Los verdaderos opresores son la ignorancia y las tradiciones con las que cargamos.

“Nunca me dejaron llorar o mostrar ninguna señal de debilidad”.

“En la escuela se burlaban de mí porque no me creció pelo en el pecho hasta la escuela secundaria”.

“Me negaba a usar un traje de baño por miedo a que se rieran de mi culo”.

“Sé cómo desnudan con la mirada a cada mujer que pasa, por eso cada vez que camino con una mujer siento las ganas de golpear a cada hombre que pasa. Me pone furioso el modo en que las miran”.

Todos estos testimonios fueron sacados de las historias que cuentan los hombres sobre sus experiencias.

Relegar el asunto de vivir de manera segura y libre como un asunto secundario o trivial es otra forma de opresión. Una sociedad que no te permite vivir la vida del modo que tú quieres te dirá que la libertad no es importante.

Pero para mí y para todos los que trabajamos en BuSSy, las historias expresan una necesidad colectiva de liberación de todo lo que es ignorante, opresivo e impuesto.

Cada historia habla por cientos de otras historias que no pueden hablar. Cada vez que alguien sube el escenario para hablar de algo que otros califican como tabú, desafían las barreras mentales de la sociedad y marcan el camino hacia un lugar donde hablar abiertamente de nuestros problemas ya no sea considerado un crimen o un pecado.

Si eso es considerado trivial, no sé por qué hemos salido a las calles de El Cairo en 2011.

 

Sondos Shabayek

 

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Women’s advocate and bestselling author of Your Messy Brilliance.

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